sábado, 26 de julio de 2008

El arte de la sombras

Me abrías descalza, ausente, ensimismada,
la puerta del jardín, el arte de las sombras.
Perseguirte al amor era costumbre
entre flores exóticas, hacia ignotas ciudades.
Era el jardín el mar, y lo surcábamos:
las naves detenidas, los fuegos de Santelmo,
el precioso oleaje, las sirenas
fingiendo que cantaban
(y era un antiguo disco impresionista).
Ante tal artificio, ante tanta impostura,
frente a la falsedad de jaspes y de yedras,
eras tú misma la que abrías de nuevo
la inexanta cancela de vergel tan equívoco.

Juan Lamillar. El arte de las sombras (1991).

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