domingo, 6 de julio de 2008

[Al silencio de las paredes me acomodo]

Al silencio de las paredes me acomodo;
no hay voz por la que subir ahora
ni mano a la que pueda asomarme.

Y yo, vértice de mí,
rueca en la espera,
caracoleo a mi alrededor opaca y fría.

Sólo el color se acerca disfrazado;
golpea el aire,
lo traspasa
y desmenuza;
y su voz
y su sangre transparente
me hacen ciega a las voces que me alcanzan.

Margarita Arroyo. Reducida a palabra (1983).

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