sábado, 31 de mayo de 2008

La barca de los locos

¿Quién se atreve a cantar todavía?
- Los locos. Son los locos que han
cogido una barca y navegan por el
canal, ajenos a todo lo que su locura
no les diga. En la barca están apiñados,
con el farol a punto, por si pasan bajo
los puentes. Buscan aguja e hilo. Se besan
y su carne vuela como un golondrina.
Y les quedan solo los dientes bajo
los dientes, una oscuridad vacía
bajo las pupilas. Y su deseo cae
con un estrépito seco de huesos
esparcidos. Pero ellos siguen
pulsando el laúd. Diciendo atroces
melopeas. Trasegando el vino robado
a gollete limpio, sin copa: maman
directamente de la matriz del vino.
El porvenir no llega a babor o estribor,
a proa o poca de su barca. Hasta las
ratas huyen de su lado. Y la historia
se acaba en este año de peste de 1968.
Porque su nave se hunde, se hundió,
se ha hundido mientras ellos, los locos,
seguían en su juego indiferentes.

Adolfo Castaño. Sonido amarillo (1969).

viernes, 30 de mayo de 2008

Lo fatal

A René Pérez

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no ser nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!

Rubén Darío. Cantos de vida y esperanza (1905).

jueves, 29 de mayo de 2008

La soledad sonora

La música callada,
la soledad sonora.


San Juan de la Cruz


Que calle, sí, la música del viento,
la agitación que el árbol desordena,
cállese el corazón, para la vena
su inquietud, su locura y movimiento.

Que descanse la mar, que el firmamento
detenga el ritmo de la luna llena
y haya en el mundo una quietud serena
que enmudezca hasta el mismo pensamiento.

Y entonces, sí, la soledad sonora
manará dulcemente sobre el alma
dejando a flote su verdad sencilla.

Será un momento sólo, aquí y ahora;
después puede cesar la inmensa calma
pues ya se realizó la maravilla.

Miguel Álvarez Morales. La flauta de la caña (1985).

miércoles, 28 de mayo de 2008

Nocturnos

¿Quién pasará mientras duermo,
por mi jardín? A mi alma
llegan en rayos de luna
voces henchidas de lágrimas.

Muchas noches he mirado
desde el balcón, y las ramas
se han movido y por la fuente
he visto quimeras blancas.

Y he bajado silencioso...
y por las finas acacias
he oído una risa, un nombre
lleno de amor y nostalgia.

Y después, calma, silencio,
estrellas, brisa, fragancias...
la luna pálida y triste
dejando luz en el agua...

Juan Ramón Jiménez. Arias tristes (1903).

martes, 27 de mayo de 2008

[Porque en la tarde]

Porque en la tarde
pesa tanto la vida,
la distancia
que solo, en los despojos,
me quedo
tras rendijas de persianas.
Para no ver, de sus ocasos,
cómo enferma la luz.
Y mis olvidos.

Cualquier atardecer escucho clavos
y una esquirla crujir.
Que son muy tenues
las paredes del alma en la penumbra,
para ahogar un grito mudo.
Y una locura efímera,
contrito, me devuelve a la alborada.

Javier Gúrpide. La longitud del viento (1986).

lunes, 26 de mayo de 2008

Fe de vida

Esperar junto a este mar en el que nacieron las ideas
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas.)
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de las orquídeas
en las calas olvidadas.
Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie con los relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.
Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con su muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
O con la luz de todos los azules.
Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano
como a puñado de sal.
O de luz.
Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón –¡al fin!– pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

Antonio Colinas. Libro de la mansedumbre (1997).

Desiertos de la luz de Antonio Colinas

Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946) lleva más de cuarenta años escribiendo poesías, críticas, ensayos, traducciones... magistralmente. Ahora ha publicado Desiertos de la luz (Tusquets Editores, 2008).

El poemario se divide en dos partes, "Cuaderno de la vida", en el que prevalece el mundo real y la anécdota, y "Cuaderno de la luz", donde dominan las esencias y lo símbolos. En ambas, un "intenso y provocador diálogo con lo sagrado" -según el autor-. "Porque en estos poemas toda la realidad es sagrada para aquel que pueda contemplar el mundo con piedad", añade.

Colinas escribe sobre la guerra, los atentados del 11-M o la situación en Oriente Próximo pero también sobre la música y el silencio.

128 páginas, 13,89 €, ISBN: 978-84-8383-072-7.

domingo, 25 de mayo de 2008

Sueño poderoso

¿Cuál es la gloria de la vida, ahora
que no hay gloria ninguna,
sino la empobrecida realidad?
¿Acaso conocer que el desengaño
no te ha arrancado ese deseo hondo
de vivir más?

La gloria de la vida fue creer
que existía lo eterno;
o, acaso, fue la gloria de la vida
aquel poder sencillo
de crear, con el claro pensamiento,
la fiel eternidad.
La gloria de la vida, y su fracaso.

Francisco Brines. Aún no (1971).

sábado, 24 de mayo de 2008

[¿Regresar? ¿Cuándo? Este lugar]

¿Regresar? ¿Cuándo? Este lugar
es todo el tiempo. Lo sabes,
lo sentiste, comenzaste a vivir en él,
al observar tu cuerpo involuntario
buscar por ti -sin ser- tu cuerpo.
Te abriste en zanja la existencia
hacia dentro de ti -pensaste-,
y en ella estás: no interno,
no externo, no en mitad y mitad
-momento equilibrado,
perfección inocente de ti mismo-.
No hay redención de lo que fuiste,
ni de lo que serás. No estás pasando.
Este lugar es todo el tiempo.

Emilio Prados. Cita sin límites (1962).

viernes, 23 de mayo de 2008

Elogio del tiempo

Somos, no hay duda en ello, la carcoma del tiempo;
uno existe y es sólo y no se compadece
de aquel a quien envuelve con su bruma.
No es el tiempo quien pasa; alteramos
nosotros su existencia al reflejar severo
su frío rostro en el común espejo que nos toca.
No hay principio ni fin, sólo un discurso,
un grumo de sueño, una quimera
en la mente total de un dios acerbo.
Somos una debilidad, un oscuro capricho que
se pierde sin saber el origen, una prueba
hecha signo, un himno de lo absurdo y de
lo inútil, un desgraciado alarde de potencia
que al tiempo corroe y lo reduce a
la ceniza inmóvil en que acaba.

José Manuel Cabra de Luna. Elogios y denuestos (1981).

jueves, 22 de mayo de 2008

Qué corta fue la noche

Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.

Aunque aquí ya no estés, mis brazos aún te buscan.
Y en este fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, tu cintura, tus hombros.

Tu cuerpo no fue un sueño y quizá en el baño
mi cepillo me espere, mojado de tu boca,
o húmedas toallas que secaron tu pelo.

Huelen a ti las sábanas. El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.

Abelardo Linares. Sombras (1986).

miércoles, 21 de mayo de 2008

Luna maligna

Con pérfido aparato
de amorosa fatiga,
luce su oro en la intriga
y en el ojo del gato.

Poetas, su recato
no pasa de su liga;
evitad que os consiga
su fácil celibato.

El dulce Shakespeare canta
su distinción de infanta;
mas cuando su alma aduna

con Julieta infelice,
Swear not by the moon, dice:
"No juréis con la luna"...

Leopoldo Lugones. Lunario sentimental (1909 y 1926).

martes, 20 de mayo de 2008

[IV]

Para saber de ti me asomo a un pozo.
Me sujeto al brocal.
Grito mi nombre.
Despiertas, en el fondo,
tus pupilas de agua
flotan entre la umbría del silencio,
se mecen en lo oscuro,
me miran,
ven el cielo.
Para saber de ti grito mi nombre
y es circular, concéntricas
las sílabas resbalanpara llegar a ti,
y al rozar suavementetu intáctil superficie
extiendes sobre el agua
las ondas de la huida.

¿Por qué siempre te ocultas
cuando me asomo a ti?

Vuelve mi voz volando junto al eco
y hay en ella un vacío
que aísla cada letra de mi nombre.
Qué insalvable distancia se introduce
entre la vida y yo.

En la hondura del tiempo no hay un cambio.
Observo nuestra vida.
Es este hueco
que media entre los dos
y el tiempo ahonda.

Esto que te preserva
y me separa más
en cada diaria muerte
me obliga a seguir siendo mi otro mismo.

Alejandro Céspedes. Y con esto termino de hablar sobre el amor (2008).

Alejandro Céspedes

Nació en Gijón en 1958 y se licenció en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Oviedo. En 1985 se trasladó a Madrid donde se ha dedicado al mundo de la cultura: desde director de escena y de producción en óperas y zarzuelas a Asesor Literario de la Ópera Cómica de Madrid, pasando por crítico literario de El Mundo y colaborador de diversas publicaciones literarias.

Empezó a publicar poesía en 1986 con La noche y sus consejos (Genil, Granada) y James Dean, amor que me prohibes (Pamiela, Pamplona). Sus siguientes obras han sido Muchacho que surgiste (Scriptum, Santander, 1990), Tú,mi secreta isla (Plaza de la Marina, Málaga, 1988), Las palomas mensajeras sólo saben volver (Premio Hiperión 1994) y Hay un ciego bailando en el andén (Hiperión, Madrid, 1998).

Ha obtenido también el Premio de Poesía Ángel González (Oviedo, 1984), el Premio Internacional Villa de Lanjarón (Granada, 1985) y el Premio Navarra de Poesía (Pamplona, 1985).

Mañana presenta en la Sala de Exposiciones de la Delegación del Principado de Asturias en Madrid (metro San Bernardo, calle Santa Cruz de Marcenado 2, esquina San Bernardo) su nuevo libro Sobre andamios de humo (1979-2007) (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2008) que incluye todos los poemarios anteriores además de Y con esto termino de hablar sobre el amor. Lo acompañarán Luis García Montero, Miguel Munarriz y Pablo Méndez.

[Vía El reverso del silencio]

lunes, 19 de mayo de 2008

Escalera de caracol

Memoria es un chaval con los daños crecidos.
La edad que en sus recreos repasa las cartillas
jugando al escondite con el balón del tiempo.

La ciudad de mis charcos y ese parque
donde perezas tristes de los cisnes
convencieron al agua la añoranza
de este niño que clama mi hombre enfermo.

Los pies al borde justo de una inmensa caída.
En picado las alas de la mirada adulta.

Ha cesado la lluvia, resucitan
los mismos caracoles su otra altura.

De cuando en cuando el sol y las carreras
de todos los muchachos al encuentro
de la magia escondida en los ladrillos.

A coro la canción y sobre el duende
sigilo de las tapias los deslices
de aquella procesión de calendarios
prendidos al barómetro del día.

Regresar es a veces, sin quererlo
una siesta de luz y un doble filo.
De caracol las escaleras,
bajar mudos, temblando, más despacio,
dejar la húmeda estela en los peldaños,
provocar el aplauso de los ojos
y abrigando en la concha la otra historia
asomarnos desnudos al vacío.

No hay vértigo más hondo
que un mirar sin ser vistos
por el niño que fuimos.

Fernando Beltrán. Ojos de agua (1985).

domingo, 18 de mayo de 2008

Preguntas a la hora del té

Este señor desvaído parece
una figura de un museo de cera;
mira a través de los visillos rotos:
qué vale más, ¿el oro o la belleza?,
¿vale más el arroyo que se mueve
o la chépica fija a la ribera?
A lo lejos se oye una campana
que abre una herida más, o que la cierra:
¿Es más real el agua de la fuente
o la muchacha que se mira en ella?
No se sabe, la gente se lo pasa
construyendo castillos en la arena:
¿Es superior el vaso transparente
a la mano del hombre que lo crea?
Se respira una atmósfera cansada
de ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
a ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla.

Nicanor Parra. Poemas y antipoemas (1954).

sábado, 17 de mayo de 2008

Epílogo

desde entonces, el día que descubrí
el secreto de los vasos canopos
y fui vaso canopo para ti
y carne de gata disparada contra mujeres
con las que tú duermes y yo sueño
(amor, me confieso una rabia
de XIX dinastía. He masticado pelos
yo que fui flor de loto), dirás,
mucho ha llovido desde entonces,
pájaro de tormenta.
Y sin embargo no hay cobijo interior,
estoy mojada todavía
de aquel tiempo de furia extraordinaria,
de amor imperdonable,
bajo la lluvia equivocada.

Vanesa Pérez-Sauquillo. Bajo la lluvia equivocada (2006).

viernes, 16 de mayo de 2008

Punto de partida

Un poema condenado al ocio.
Sus dieciocho versos montan en autobús
y guardo en la cartera -dibujos animados-
dos pasajes con destino a la garganta.
Tu móvil, apenas unos céntimos, sonrisa:
ganarte así, renegando de Espronceda

Tus besos son la excusa del verano.

Elena Medel. Vacaciones (2004).

jueves, 15 de mayo de 2008

No limpian las palabras

No limpian las palabras.
Alumbran una isla en el lugar
del miedo y extienden una rama
al paso de los pájaros. Acogen
cuanto nace del hambre de las cosas
y mueren en silencio.
Pero su amor no limpia.


Como no limpia el llanto el rastro
de estar vivos.

Ada Salas. La sed (1997).

miércoles, 14 de mayo de 2008

Rompiendo los cristales de mis ojos

Rompiendo los cristales de mis ojos
entraste al asalto en mis ausencias.
Caracol de suspiros y de alas,
me fuiste caminando gota a gota
los delgados senderos interiores.
¡Qué anegado desorden! ¡Cuántas puertas
abren a tu evasión mis laberintos!
Y tú rodando siempre a contratiempo
sin oírme, de espaldas a las horas,
ceñido a mis castillos en el aire.
Y así estoy, en el atrio de mi cuerpo,
velando tus vigilias espectrales,
de pie en un mundo de palabras huecas,
más tuyo ya que el rostro de una fuente.

Pedro García Cabrera. Transparencias fugadas (1934).

martes, 13 de mayo de 2008

Postergaciones

Rutas nunca tomadas, sitios que aplacé, bocas perdidas.
Insostenibles lugares.

Frutos mandados a detener. Prendas de lo inerte. Hilos que
se ofuscan.

Rafael Cadenas. Memorial (1977).

Poesía y prosa (1958-1995) de Rafael Cadenas

Ha viajado a España el poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, Lara, 1930) para presentar el libro Obra entera. Poesía y prosa (1958-1995), publicado por Pre-Textos.

Su primer poemario Cantos iniciales (1946), que no se incluye en el volumen, ya contenía esos versos despojados de cualquier retórica para afrontar la poesía sin cargas. Lo siguieron Una isla (1958), Cadenas presume de lento, publicado por vez primera en forma completa; Los cuadernos del destierro (1960) y Falsas maniobras (1966) hasta llegar a Gestiones (1992).

Se agregan a su obra poética libros de ensayo como Realidad y literatura (1979) o Apuntes sobre san Juan de la Cruz y la mística (1977), entre otros trabajos que demuestran la sabiduría de este poeta que se autodefine como santo, viajero o equilibrista y ama a Fernando Pessoa, San Juan de la Cruz y Walt Whitman.

La introducción corre a cargo del poeta colombiano Darío Jaramillo Agudelo (Santa Rosa de Osos, Antioquía, 1947).

776 páginas, 35,00 €, ISBN: 978-84-81918236.

lunes, 12 de mayo de 2008

Los que recuerdan

Recordar es volver, es ya ser otro,
aquel que se ha perdido, que se ha muerto.
No es volver a vivir, es ser lo ido,
lo que se acabó, lo que no es nuestro.

Recordar es morir, vivir la niebla
de lo que fuimos ya, de lo que fueron
aquellos que quisimos y quedaron
borrados de las horas y los sueños.

Rafael Morales. Los desterrados (1947).

domingo, 11 de mayo de 2008

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como el odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo los sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo. Los heraldos negros (1918).

sábado, 10 de mayo de 2008

El cine de los sábados

a ramón moix
maravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con sus mamás que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherezade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan amargos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros

Antonio Martínez Sarrión. Teatro de operaciones (1967).

viernes, 9 de mayo de 2008

Pequeño y triste petirrojo

Oscar Wilde llevaba
una gardenia en el pico.
Color gris, color malva en las piedras y el rostro,
más azul pedernal en los ojos, más hiedra
en las uñas patricias, ebonita en las ingles de los faunos.
No salgáis al jardín: llueve, y las patas
de los leones arañan la tela metálica del zoo.
Isabel murió, y estaba pálida,
una noche como ésta.
Hay orden de llorar sobre el bramido estéril de los acantilados.
Un violín dormirá? Unas camelias?
Y aquel pijama rosa en pie bajo la lluvia.

Pere Gimferrer. Arde el mar (1966).

Sólo tu amor y el agua

Sólo tu amor y el agua... Octubre junto al río
bañaba los racimos dorados de la tarde,
y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,
ahuyentando las negras violetas de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.
Sólo tu amor y el agua... El río, dulcemente,
callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los álamos.
Sólo se oía, dulce como el vuelo de un ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.
Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las colinas.
La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,
el río suspiraba...
Sólo tu amor y el agua...

Pablo García Baena. Rumor oculto (1946).

jueves, 8 de mayo de 2008

García Baena gana el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

El poeta Pablo García Baena (Córdoba, 1923) obtuvo ayer el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El galardón se entrega a toda una carrera que en este caso comenzó en 1946 con Rumor oculto.

García Baena fundó un año más tarde en su ciudad natal la revista Cántico junto a los poetas Juan Bernier, Ricardo Molina, Julio Aumente, Mario López y los también pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana. Una mayor exigencia formal y estética y el hedonismo clásico, decadente y erótico fue su enseña.

Recientemente ha aparecido en las librerías Poesía completa (1946-2008), la tercera edición ampliada de sus obras completas que publica Visor.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Devuélveme, memoria poderosa

Devuélveme, memoria poderosa,
la conciencia profunda del instante.
Tocar la cantidad de esencia doble
y no dejar jamás de ser materia.

La posesión de límite que encierro
hacia un espacio sin final me lanza,
que es perfección, dominio, maravilla:
totalidad de ser únicamente.

Quédame, tacto. Sensación, procura
abrir mi eternidad en dos presencias.

Jaime Siles. Canon (1973).

martes, 6 de mayo de 2008

Dame ungüento de carne, loba

La prisa desparejada con que miro tu piel
la premura apretada con que altero tu cuerpo
y este desasosiego en que empapo mi lengua
para hablarte a tu carne y lamer a tu voz
son como ávidas gotas de estaño compasivo
que busca aminorar las grietas de la muerte

La planta de la edad nos chupa nuestros días
abriéndose como flor negra, abominable
y en este esplendor de hoy se oculta la simiente
de una desposesión calcinada y perversa
como la del desierto En el calcio del tacto
hay una lenta caries que nos invade desde
el fin aterrador del tiempo y la vida

Presuroso y perdido unto en mí tu persona
y soy un bulto de hombre y de loco y de perro
que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel
despavoridamente lamiendo en las tinieblas

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

lunes, 5 de mayo de 2008

Siempre

Estoy solo. Las ondas; playa, escúchame.
De frente los delfines o la espada.
La certeza de siempre, los no-límites.
Esta tierna cabeza no amarilla,
esta piedra de carne que solloza.
Arena, arena, tu clamor es mío.
Por mi nombre no existes como seno,
no finjas que las velas, que la brisa,
que un aquilón, un viento furibundo
va a empujar tu sonrisa hasta la espuma,
robándole a la sangre sus navíos.

Amor, amor, detén tu planta impura.

Vicente Aleixandre. Espadas como labios (1932).

domingo, 4 de mayo de 2008

Cara de viento

He separado lo invisible
de la arena del aire
para no quedarme ciega.

Y cierro los ojos
y se amasan con mis párpados
el barro y la miel;
y en mi boca
fermentan los olores
con pétalos y sangre.

He separado la voz
de la saliva y los labios;
y sólo queda
remolino de polvo.

Y todo por volverme
cara de viento,
por no dejar de hacer
un surco
un surco en el cielo.

Ana Merino. Preparativos para un viaje (1995).

sábado, 3 de mayo de 2008

[Soy mi padre]

Soy mi padre
un nudo soy
la mano que nos damos como un nudo.

Soy
el corazón detenido de un destierro
y la voz de él soy.

Soy mi padre
el vestigio de saber que nunca más
en la imagen del exilio definitivo.

Soy los dos
cerrando la piel hasta el último círculo.

Soy mi padre
y los muertos de mi padre
y también todos los muertos que no conoció.

Soy la noche más sola
en el efímero abrazo de mi padre.

Luis Colombini. Poemas anunciados (1996-1999). De dioses, exilios y otras desesperaciones (2006).

viernes, 2 de mayo de 2008

Dos plegarias

Plegaria matinal

Que todo sea ahora, que se cumplan
tus sueños y los míos al instante
-nos corre el mismo sueño por las venas-,
que ya reviviremos luego el fuego
contemplando los restos de la hoguera.
Que sea aquí y ahora el resto de la vida.
Ésta es mi súplica.
Para el final no pido privilegios.
Me basta algo común y despreciado
por casi todos: la disolución.
Bendita enfermedad es el olvido:
desierta la conciencia,
esperar a la noche sin angustia
y nada recordar de cuanto amamos.

Plegaria nocturna

Concédeme el olvido si vas a darme años.
Que al paso de la edad
lo acompañe la fuga hacia la nada
de todos mis recuerdos
-primero los felices.
Que la salud y la memoria decrezcan juntas
para que, cuando la hora llegue, al menos
pueda uno recibirla dignamente,
sin lamentar las pérdidas.

Antonio Manilla.

Momentos transversales de Antonio Manilla

La editorial Pre-Textos ha publicado Momentos transversales, el nuevo poemario de Antonio Manilla por el que obtuvo el XII Premio José Espronceda de Poesía.

Perteneciente a la Generación de finales del siglo XX, nació en León en 1967 y ha escrito, como poeta, Canción de amor acaso (1993), Sin recuerdos ni afanes (1994), 1967 (1995), Una clara conciencia (1997), Salón de rechazados (1998) y Canción gris (2003), IV Premio de Poesía Emilio Prados.

Manilla ha sido incluido en las antologías Selección Nacional. Última Poesía Española (Llibros del Pexe, 1995, 1998) y La generación del 99 (Ediciones Nobel, 1999) de José Luis García Martín, Última fila (Quince del 90) [Revista Sin embargo, 1997] de José Luis Morante, 365 pájaros tiene el cielo (Editorial Montecasino, 2001) de Gurutze Calparsoro y Beatriz Monreal, y Yo soy otro (DVD, 2001) de Josep Maria Rodríguez.

A lo largo de su carrera ha recibido entre otros el Premio Letras Jóvenes de Castilla y León, el Premio Luis Mateo Díez de relatos y el Premio Francisco Valdés de periodismo, así como una Ayuda a la Creación Literaria del Ministerio de Cultura para la redacción de Una clara conciencia.

60 páginas. 8,00 €. ISBN: 978-84-8191-869-4.

jueves, 1 de mayo de 2008

Siempre hay alguien

Quitaros esa máscara,
la tristeza no es más que una careta,
puede durar tanto como tardes en quitártela tú mismo,
prueba.
Estás provocándote llanto artificial hermano,
-he dicho hermano y debí decir amante-.
Nos cogemos las manos y no decimos que se siente nada.
Poco a poco se va mezclando nuestra sangre en los encuentros.
Un buen día acabaremos por ser la misma cosa.
Libres somos.
Frecuentamos el dolor porque queremos,
como pudiéramos frecuentar el parque.
Hablamos de mutuas soledades,
hablamos de aventuras que tuvimos,
de que todo está lejos,
de que es difícil.
Y nunca hablamos de esto maravilloso que nos va convirtiendo en ramas.
¿Quién dijo que la melancolía es elegante?
Quitaros esa máscara de tristeza,
siempre hay motivo para cantar,
para alabar el santísimo misterio
no seamos cobardes,
corramos a decírselo a quien sea,
siempre hay alguien que amamos y que nos ama.

Gloria Fuertes. Antología y poemas del suburbio (1954).